Julio
La energía del sol este mes está en su apogeo. Las frutas y las verduras de julio maduran con el calor y se vuelven cada vez más jugosas y expansivas. Hay una inmensa variedad de colores y formas en todas las frutas y verduras.
Nuestro cuerpo agradece esa variedad de alimentos de temporada frescos y jugosos, pues las altas temperaturas resultan muy exigentes para nuestro organismo. Para mantener un alto nivel de energía es necesario hidratarnos constantemente y en esta época lo podemos hacer de forma equilibrada gracias a los productos de esta estación como las cerezas, duraznos, sandía, pera, ciruelas, tunas, coliflor, etc.

Sandía
Frescura ancestral para días calurosos. La sandía es una fruta profundamente ligada al verano. Su pulpa roja, jugosa y dulce no solo es refrescante: en medicina tradicional, se ha usado para calmar el exceso de fuego interno, hidratar y apoyar al corazón y a los riñones. En el centro de México, es común encontrarla en mercados y tianguis durante julio y agosto, entera, rebanada o en agua fresca. Aunque originaria de África, se adaptó perfectamente al suelo mexicano desde la época virreinal, y hoy es parte del paisaje estival de muchas regiones.
Nutricionalmente, es rica en agua estructurada (más del 90%), vitamina C, licopeno (un antioxidante que protege al corazón y la piel) y pequeñas cantidades de minerales como potasio y magnesio. Su dulzura natural no altera tanto el índice glucémico como otras frutas, y su fibra apoya una digestión ligera. En momentos de calor intenso, un trozo de sandía fría puede ser medicina sencilla y efectiva para equilibrar el cuerpo. En recetas tradicionales, se ha combinado incluso con chile, sal o limón, creando un contraste sabroso que activa la digestión.
La sandía nos recuerda que no todo lo medicinal tiene que ser amargo. A veces, el equilibrio también viene en forma de gozo, dulzura y color intenso.

Pera
La pera criolla es un fruto modesto pero lleno de carácter. A diferencia de las variedades comerciales, esta versión ancestral es más pequeña, fibrosa y con una textura que puede parecer rústica, pero que esconde una fuente valiosa de fibra, potasio, vitamina C, flavonoides y agua viva. Aparece en julio, en huertos familiares o tianguis rurales, especialmente en zonas de altura del centro del país. Su dulzura suave y su contenido en fibra la convierten en una aliada para la salud digestiva, el equilibrio de azúcar en sangre y la hidratación interna. Se puede comer cruda, en compotas con canela o jengibre, en jugos naturales o como postre fermentado. Desde la medicina tradicional, la pera es vista como un alimento que tonifica el bazo y humedece los pulmones, cualidades valiosas en climas cálido-húmedos como los de julio. Su consumo nos recuerda que la nutrición más poderosa no siempre viene en envases perfectos, sino en frutos reales, conectados al suelo y al ritmo natural.

Ciruela
La ciruela criolla, también conocida como silvestre o de monte, es una fruta de temporada que aparece con fuerza en julio en huertos familiares, árboles callejeros o mercados locales. Pequeña, de tonos rojizos, morados o amarillos, esta fruta agridulce es refrescante, ligera y profundamente depurativa. Rica en vitamina C, antioxidantes naturales (como antocianinas), fibra soluble e insoluble y agua estructurada, la ciruela ayuda a regular el tránsito intestinal, desinflamar y eliminar el exceso de calor y humedad del cuerpo, algo muy común en esta época del año. Tradicionalmente, se consume fresca, en infusiones, curtida en sal y chile, o como base para salsas agrias. Su sabor despierta la memoria del campo, del juego en la calle y de los remedios de las abuelas. Es un alimento medicinal en sí mismo, ideal para niños, adultos y personas con digestiones sensibles. Comer ciruelas criollas en julio es conectar con los regalos espontáneos de la tierra.


