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Agosto

Las lluvias han nutrido la tierra y la milpa comienza a regalarnos sus frutos más tiernos. Es tiempo de elotes lechosos, quelites vibrantes, hongos silvestres y frutas jugosas como el durazno. La naturaleza está en su punto de plenitud antes del cambio hacia el otoño.
Los mercados se llenan de colores y aromas que invitan a cocinar con lo fresco, lo local y lo ancestral. Es un mes para nutrir el sistema digestivo con alimentos suaves pero densos, honrando los ritmos del campo y del cuerpo.

Peeled Corn

Elote - Maíz

El elote, o maíz tierno, es uno de los alimentos más sagrados de Mesoamérica. Para muchas culturas originarias, el ser humano fue creado a partir del maíz, y agosto es el mes donde la milpa comienza a mostrar ese regalo en forma de elotes jugosos, dulces y tiernos. Rico en carbohidratos complejos, fibra, antioxidantes y vitaminas del grupo B, el elote en esta etapa es ideal para sopas ligeras, esquites, cremas y hasta fermentos suaves. Desde la visión ancestral, es un alimento que sostiene, nutre y conecta con la tierra. En medicina tradicional, se considera útil para fortalecer el sistema digestivo sin sobrecargarlo. Además, cuando se consume nixtamalizado o ligeramente fermentado, mejora su biodisponibilidad de nutrientes. Caminar por los tianguis en agosto es encontrarse con montones de elotes recién cosechados, recordándonos el poder de la milpa y la abundancia que ofrece la naturaleza cuando se respeta su ritmo.

Fresh Peaches

Durazno

El durazno, aunque no es originario de América, fue adoptado con entusiasmo por los campesinos del altiplano central desde la época virreinal. Agosto marca su punto máximo de maduración: fragante, dulce y suave. Nutricionalmente es una fruta rica en vitamina C, antioxidantes, agua y compuestos que favorecen la digestión suave. En la medicina tradicional china, su dulzura natural y su jugosidad ayudan a tonificar el bazo y calmar el sistema digestivo, especialmente útil en el verano tardío, cuando el calor húmedo puede afectar la energía digestiva. Culinariamente, es versátil: desde compotas y fermentos, hasta ser un complemento ideal para ensaladas o platos salados. En muchos pueblos del centro de México, es común encontrarlo en conserva artesanal, preparado con miel de piloncillo o incluso usado en bebidas refrescantes. Busca que siempre sea criollo (pregunta por él). Su aparición abundante nos invita a celebrar la dulzura de la temporada y a nutrirnos desde lo sencillo.

Verdolagas-1--1024x687.jpeg

Quelites

Los quelites (verdolagas, quintoniles, huazontles) son las hojas verdes comestibles que nacen junto a los cultivos principales en la milpa y representan un verdadero tesoro de la cocina ancestral. Se les considera “la ensalada de la tierra” por su abundancia natural y su capacidad de nutrir intensamente sin necesidad de cultivo intensivo. En agosto, las lluvias los hacen brotar con fuerza: verdolagas (ricas en omega-3 vegetal), quintoniles (altos en hierro y clorofila) y huazontles (usados incluso como sustituto del brócoli ancestralmente). Son antiinflamatorios, ricos en minerales como magnesio y calcio, y tienen un efecto depurativo en el cuerpo. Se cocinan en guisos, caldos, quesadillas, tamales o en forma de tortitas con huevo. En muchos pueblos del centro de México, las abuelas los siguen recolectando y preparando con una reverencia que recuerda que no todo lo nutritivo debe ser importado o industrial. Son símbolo de resistencia cultural y nutrición profundamente local.

Mushroom

Hongos silvestres
(setas, escobetas, cazahuates)

Agosto (o Hongosto como me gusta decir), es temporada alta de hongos silvestres en los bosques templados del centro de México. Recolectados con respeto por comunidades que conservan el conocimiento micológico ancestral, los hongos como las escobetas, las cazahuates o las setas son un manjar efímero y medicinal. Desde la medicina moderna, se reconocen por su contenido en polisacáridos inmunomoduladores, vitamina D natural, proteínas vegetales y compuestos que fortalecen el sistema nervioso. En la visión ancestral mesoamericana, los hongos no sólo nutren el cuerpo: son considerados portales entre mundos, seres que conectan lo material con lo espiritual. Aparecen en guisos tradicionales, sopas de fiesta, tlayudas, salsas o moles. Su sabor terroso y profundo es también una forma de conexión con la tierra húmeda que los parió. Comer hongos en agosto no solo es un acto de nutrición, sino de respeto a la naturaleza, a los ciclos y a la sabiduría de quienes los cuidan.

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